SEBASTIÁN MUÑUZ SEVILLA

Sebastián Muñoz Sevilla nació en Facinas el día 13 de Mayo de 1886, hijo de Pedro Muñoz y de Francisca Sevilla.

Su padre era picapedrero (machacador de piedras para hacer carreteras) procedía de Jerez y su madre era modista de hombre y natural de Facinas.

Como era costumbre de la época, él se crió con su abuela materna, Ana Herrera que vivía en la calle La Rosa.

Su maestro era Juan Carrero, padre de Josefa Carrero.

Le gustaba estudiar tanto que el maestro le aconsejo a su abuela que estuviera un tiempo sin ir al colegio por que de tanto estudiar se iba a “volver tonto” y su abuela lo dejaba en la casa.

Entonces él cogía un libro y se subía a una higuera a leer y su abuela le gritaba: ¡Chanito, bájate de hay que te vas a caer y te vas a matar.¡

Así que no le quedó más remedio a la pobre mujer que seguir mandando al niño al colegio aun a sabiendas de que podía “ volverse tonto “.

De pequeño entro de monaguillo y se retiro con dieciocho años, aunque siguió teniendo una gran fe.

En el cortijo de Iruela, empezó a trabajar como “zagal casero”. Su trabajo consistía en ayudar en la cocina a Antonio Jiménez, padre de Chana Camacho, para hacer la comida a los trabajadores del cortijo.

En la venta Marialaluz, que estaba en Las Canchorreras, acudían los jóvenes del lugar a beber unos chatos y de paso echarle el ojo a alguna moza con la que poder formar una familia.

Los bailes de chacarra eran la única diversión de la época. En uno de esos bailes se fijo en una joven que se llamaba Mª Dolores Pelayo Pacheco y que vivía en Las Canchorreras.

Ella venía con una tía a pasar la feria de Facinas y quiso el destino que la tía viviera en la misma calle en la que vivía Sebastián.

Cuando él empezó a pretenderla, a la tía no le hacía mucha gracia, decía que era muy mayor para ella, ya que el tenía once años más. Pero como en el corazón no se manda acabaron casándose y situaron su hogar en Las Canchorreras. Tuvieron cinco hijos, Natividad, Juan, Pedro, Antonia y Magdalena.

Aunque no era maestro titulado empezó a dedicarse a la docencia y enseñar por los campos a todos los niños.

Juan Quero fue uno de sus alumnos y en su último libro hace mención a Sebastián Muñoz, más conocido como el maestro Muñoz.

En el describe la ruta que llevaba a cabo el maestro para hacer su trabajo.

Juan Quero define a Sebastián como “un maestro ejemplar que dedicó buena parte de su vida a dar lecciones casa por casa para instruir y liberar de las garras de la ignorancia a tantos jóvenes incultos que vivían en aquellos campos“.

Cobraba en metálico y en especie y cuando iba llegando al lugar tocaba una trompetilla para que los alumnos estuvieran preparados con sus pizarras y cuadernos.

Juan decía que Sebastián Muñoz “tenía la letra más bonita y pareja que él había visto, entonces se le llamaba letra inglesa”.

Aunque desde que se casó vivió en Las Canchorreras, fue la muerte de su hija Natividad, a los dieciocho años, lo que les hizo venirse a vivir a Facinas. Su esposa no podía seguir viviendo allí porque todo le recordaba a su hija.

Un señor de Zahara, llamado Domingo Castro, le ofreció un cuarto en su casa para que pusiera una escuela fija, a cambio él daría clases a sus hijos.

Cada quince días venia a Facinas, y permanecía en su casa durante dos o tres días después volvía de nuevo a Zahara

Aparte de dar clases también trabajaba el esparto y hacía los frontiles que usaban los bueyes para arar, hacía serones y demás útiles que usaban en la época para realizar las tareas del campo. Otras de sus aficiones era arreglar relojes y cosas de joyería.

Como anécdota decir que las mocitas que estaban preparando su ajuar le pedían que les realizaran las letras y los dibujos para ellas bordarlas en sus prendas.

En el casino existía un reservado al que sólo podían acceder los socios. El de vez en cuando acudía al bar a tomarse un café con ron Santa Cana.

En este reservado solían reunirse el padre Mateo, el teniente Coline y demás señores del pueblo. Curro Campos, que era quien regentaba el bar tenía el encargo del teniente Coline, de cuando viniera el maestro Muñoz le hiciese pasar al reservado. Allí. mantenía largas tertulias con estos señores.

Sebastián Muñoz, mi abuelo materno, falleció un once de febrero de 1.947 a la edad de 61 años.

Mi madre perdió a su padre cuando tenía once años pero jamás le ha olvidado y ese cariño que siente por el a crecido a lo largo de sus años y nos lo a transmitido a sus hijos.

Ella nos habla siempre de el y nos sentimos muy orgullosos de llevar el apellido Muñoz.

Desde aquí mi más cariñoso homenaje a mi abuelo Sebastián Muñoz Sevilla.

Su nieta

Angeles Camacho Muñoz